EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

martes, 10 de noviembre de 2015

LO QUE TENEMOS QUE HACER

“El Evangelio de Hoy”: Lc 17, 7-10

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo dijo el Señor: "Supongan que un criado de ustedes trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de ustedes le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le dirán "Prepárame la cena, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tienen  que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo ustedes: Cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer." Palabra del Señor.

Reflexión

¿Qué hemos sido y qué hemos hecho hasta hoy? ¿Sentimos que era eso lo que Dios nos ha pedido? La acción de Dios hacia nosotros es Don gratuito de su parte. No nos pide nada a cambio y así debe ser nuestro accionar a favor de los demás. Dios nos llama a vivir una misión durante nuestra vida. La vivencia de esa misión nos hará felices, nos dará las energías suficientes para sentirnos comprometidos con nosotros mismos y con nuestra sociedad. La religión con frecuencia convierte la recompensa en una sutil y poderosa tentación.

La búsqueda de compensaciones esconde un peligro: el sentirse motivado sólo por estímulos externos y no valorar la motivación interior propia, como motor de la acción. Otro peligro es considerar más valiosa la gratificación que la acción. No podemos continuar creyendo que nuestra salvación dependa de nuestras acciones. Dios ya nos ha salvado en Jesús, su vida, su muerte y su resurrección. Lo nuestro tiene que ser experimentar esta verdad reconociendo el amor que Dios nos tiene. A partir de ahí, estaremos en la capacidad de confiar en el Señor y vivir para hacer su voluntad, sirviendo a nuestros hermanos.

 El evangelio de hoy nos  enseña  que desde la lógica cristiana la acción del servicio es valiosa en sí misma y el valor agregado de esa acción es la gratuidad. Nada hay más valioso que lo que no tiene precio y nada es más gratificante que lo que se hace sin esperar recompensa. El servicio diligente y desinteresado es la misión de la comunidad cristiana. Las áreas de servicios a nuestras comunidades las elegimos nosotros a partir de los carismas, las aptitudes recibidas de Dios. El Señor confirma nuestra vocación con su presencia silente y misericordiosa.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario