EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

sábado, 1 de noviembre de 2014

“¡DICHOSOS USTEDES...!“

El Evangelio de Hoy: Mt 5, 1-12
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.» 
Palabra del Señor

Reflexión
Hoy celebramos el día de Todos los Santos. Todos los que hemos recibido el bautismo somos llamados a una vida de santidad, que no es simplemente autoperfección, sino caminar en una práctica cristiana que nos conduce a una vida de amor y comunión. Esa llamada a la santidad es gratuidad, pues Dios mismo nos va santificando uniendo nuestro esfuerzo por alcanzar nuestro modelo, que es Cristo.
Precisamente, el Evangelio de hoy nos ofrece, en la Fiesta de Todos los Santos, un camino de santificación que pasa por asumir el proyecto de Jesús. Un camino que, como afirman muchos sabios, pone patas arriba la lógica del mundo. Porque hay felicidad para los humildes y sencillos, para los tristes y los oprimidos, para los que no cuentan para el mundo. El Reino de Dios se da gratuitamente a esos insatisfechos, a los que están al borde del camino, a quienes parece que no les corresponde un lugar digno en el mundo.
Las bienventuranzas llama dichosos a quienes entran en esta dinámica del Reino, a quienes se ponen a su servicio. De tal manera que la vida tiene otro modo de interpretación que no sea desde el poder, las apariencias, el pasarla bien, el éxito según este mundo.

Llamarnos dichos, en esa dimensión profética de Jesús, apunta a los más esencial de nuestras vidas, siempre en búsqueda de la paz y la felicidad. Y transforma la religión en un camino de vida y esperanza para todos y todas.

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