EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

lunes, 20 de octubre de 2014

NUESTRA VIDA NO DEPENDE DE LOS BIENES

 “El Evangelio de Hoy”: Lc 12, 13-21

Lectura del santo evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia." Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre ustedes?"
Y dijo a la gente: "Miren: guárdense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno -ande sobrado, su vida no depende de sus bienes."
Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos anos; túmbate, come, bebe y date buena vida."
Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

El Evangelio de Hoy es propio de San Lucas, no aparece en Mateo ni en Marcos. Nos recuerda algunos criterios para establecer prioridades en nuestra vida. La situación social y económica que Jesús conoció en la Galilea de los años treinta no era muy ventajosa para los compueblanos de Jesús. En los pequeños pueblos aumentaba el hambre y la miseria, los campesinos quedaban sin tierras, mientras en las grandes ciudades como “Séforis y Tiberíades” crecía la riqueza y vivían derrochando, en las aldeas aumentaba el hambre y la miseria. Esto no es lo que quiere Dios, las vergonzantes desigualdades que vivimos en nuestros países es contraria al Reino de Dios. Quien sigue a Jesús no puede pensar como quienes solo viven para acaparar riqueza y bienestar, excluyendo de su horizonte a los necesitados. Los bienes son para servir a la vida, no para acumularlos codiciosamente mientras otros mueren por carencia y necesidad de lo mínimo.


¿Dónde quedan los  jornaleros que trabajan las tierras del hombre rico que tuvo la gran cosecha? Parece que no existen. Las familias de las aldeas que luchan contra el hambre no cuentan. El juicio de Dios es rotundo: esta vida solo es necedad e insensatez. Este trozo del evangelio nos llama a sustituir la competición desleal, la rivalidad y el acaparamiento de bienes por la cooperación amistosa, fraterna, la solidaridad y la búsqueda del bien común de la Humanidad. Desde la Iglesia de Jesús se debería escuchar el clamor de sus seguidores contra tanta insensatez, y la reacción contra el modelo que guía hoy la historia humana.

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