EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

domingo, 14 de septiembre de 2014

LA EXALTACIÓN DE JESÚS DESDE LA CRUZ

 “El Evangelio de Hoy”: Jn 3,13-17

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él." Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Celebramos hoy la fiesta de la exaltación de la santa cruz. En realidad no se trata de exaltar la cruz sino a Jesús el crucificado en ella. Desde la cruz Jesús se eleva hacia el Padre Dios que lo glorifica La cruz un signo del gran amor de Jesús para con la humanidad. Sólo en ese sentido podría exaltarse la cruz. Por eso, el evangelio insiste en que Jesús no vino a juzgar, condenar o acabar el mundo, por el contrario, vino a dar testimonio de que el amor es el camino seguro que conduce a la resurrección.

Leyendo los evangelios nos damos cuenta que Jesús nunca amó el dolor, el sufrimiento o la muerte. Siempre que lo vemos frente a una situación de sufrimiento lo que hace es liberar de esa situación al que la padece, como los enfermos, los dependientes o poseídos, los deprimidos, maltratados y marginados sociales. Por eso tenemos que afirmar que la cruz no ha sido para Jesús un fin perseguido sino una consecuencia de su amor y entrega a favor de su pueblo. Los seguidores de Jesús no amamos la cruz, el sufrimiento ni el dolor; miramos al crucificado y reconocemos el gran amor con que nos ha amado, siendo capaz hasta de aceptar ser clavado por amor a nosotros.


Lo nuestro es luchar contra las cruces que hoy cargan tantas personas, contra los males que hacen florecer y multiplica los sufrimientos de la humanidad. Eso fue lo que vivió Jesús y por eso lo clavaron. Ya es tiempo de superar la visión espiritual masoquista por tanto predicada por la Iglesia y que tanto daño ha causado. Dediquémonos a combatir las causas del sufrimiento y del dolor innecesario. Como Jesús, acompañemos a los que sufren buscando aliviar sus dolores. Tratemos de ser remedio para los males que padecemos. Si en ese ejercicio nos llegan sufrimientos e ingratitudes, esa será nuestra cruz, pro no buscada. Esa será la manera de exaltar, hoy y siempre, a aquel que por amor a nosotros fue capaz pasar por la cruz. 

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