EVANGELIO DEL DOMINGO
"Velen, porque no saben el momento". San Marcos, 51-62.

martes, 8 de julio de 2014

"Vayan y proclamen que el reino de Dios está cerca"

Evangelio de hoy: Mt. 10, 1-17
Lectura del santo evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, Jesús llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.»
Palabra de Dios

Reflexión
La convocatoria de Jesús  a los primeros discípulos tiene un sabor vocacional, comunitario, misionero. No es un reclutamiento de los mejores, de los más prestigiosos o de los más aptos. Si miramos la composición del grupo se aleja mucho de la lógica de selección que promovemos. Llama el Maestro a los discípulos con un número simbólico -Doce- que luego se ampliará para la gente de toda raza, pueblo y nación. Y aparecen con nombres concretos en una realidad y un tiempo concretos.
Y los envió con las instrucciones de proclamar que el reino de los cielos está cerca. Esta vocación es un don y una tarea. Los discípulos son apóstoles a quienes sostiene el misterio del amor de Dios manifestado en su hijo. No llama para ser solitarios o francotiradores; llama para formar la comunidad, con los talentos que aporta cada uno. Es una comunidad para la misión. El Espíritu irá suscitando la diversidad de dones y carismas para construir la comunidad fraterna, solidaria, festiva, universal.
La tarea es bien específica: Ir y proclamar que el reino de los cielos está cerca. No se trata de anunciar el fin del mundo, sino el comienzo de una realidad nueva. No se trata de un poder para imponerse, sino de una autoridad para hacer el bien, para convocar, para proseguir el estilo del maestro que dice lo que hace. El reino de Dios en nuestros corazones, con los valores y la práctica de Jesús. Reino que va comenzando algo nuevo, que está en nosotros, marcando nuestras relaciones interpersonales y sociales.

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