“El Evangelio de Hoy”: Mateo
20,17-28
Lectura del santo evangelio
según san Mateo:
En
aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los
Doce, les dijo por el camino: "Miren, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo
del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo
condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él,
lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará."
Entonces
se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle
una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó:
"Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha
y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No saben lo que piden.
¿Son capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo
somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberán; pero el puesto a mi
derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para
quienes lo tiene reservado mi Padre."
Los
otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero
Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Saben que los jefes de los pueblos los
tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre ustedes: el que
quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser
primero entre ustedes, que sea su esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha
venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por
muchos." Palabra del
Señor.
Reflexión
El
Evangelio de Hoy nos habla del anuncio de la pasión muerte
y Resurrección por parte de Jesús. Este anuncio contrasta con los intereses
particulares y mezquinos de sus seguidores que están pensando en “puestos” y
grandezas en la línea de la dominación sobre los demás.
Los
dominicanos y dominicanas celebramos hoy la independencia nacional. Agradecemos
a Dios el hecho de pertenecer a un
pueblo. Esta identidad no la hemos adquirido nosotros por méritos personales,
la hemos heredado de quienes la forjaron a base de lucha, de perseverancia y,
para algunos, de muerte. Celebramos los 169 años de nuestra independencia y la
entrega de un sinnúmero de mujeres y hombres que han ofrendado sus vidas
construyendo nuestra nación. No se trata únicamente de guerras de independencia
o de Restauración, sino también, de entrega generosa en todas las áreas de la
vida Nacional.
Damos gracias a Dios por todas las mujeres
y por todos los hombres que han aportado su esfuerzo en la batalla por
instaurar una sólida convivencia a partir de
valores éticos, sociales, políticos, morales y religiosos, en nuestro
país. Sabemos muy bien que no es fácil. Mientras unas y otros luchan por la
justicia, las oportunidades compartidas y el bien común en general, muchos
maquinan en la oscuridad de sus conciencias, cómo acabar ricos sin importarle
el cómo ni a quién tienen que llevarse por delante. Jesús nos recuerda en el
evangelio de Hoy, que entre nosotros no debe ser así. Así no se hace patria,
todo lo contrario.
El Camino que nos muestra Jesús es estrecho
y exigente. Nada fácil, en medio de una sociedad que pone el centro de su vida
en el tener y en el poder de mando. Dios nos proteja e ilumine para creer en su
proyecto y trabajar por él.